JUDIOS






Editorial:

Estimados Lectores:
Estamos ya en el mes de Elul. Tan rápido paso el año y ya estamos entrando en un nuevo año.
Elul es el tiempo de reflexionar, de pensar donde estamos parados y donde nos gustaría estar. Si bien todo el año podemos avanzar y crecer, en este mes, debemos aprovechar para renovarnos.
Cada año trae una energía especial y única. Nos podemos revigorizar si aprovechamos estas fuerzas espirituales que trae el mes de Tishrei, con Rosh Hashana, Iom Kipur y la alegría de Sucot.
El mes de Elul debemos limpiar todo lo viejo, lo negativo, lo que nos arrastra, y nos impide crecer.
Imaginemos que ganamos un premio de una marca de ropa que nos regala un guardarropa lleno de ropa nueva. Unos días antes limpiamos todo, sacamos la ropa vieja, tiramos la que no nos sirve, elegimos las mejores que queremos guardar, y nos preparamos para hacer el cambio.
La misma alegoría podemos aplicar para este mes. Revisemos nuestras actitudes, nuestras acciones o rutinas negativas, reforcemos las buenas acciones y preparémonos para empezar un año con fuerzas renovadas.
¡Shabat Shalom!
Rabino Eli Levy





Declaración final XXII Encuentro Internacional Catholic-Jewish Liason Committee


Bajo el lema “Desafíos para la Religión en la Sociedad Contemporánea” representantes oficiales de la Iglesia Católica y el mundo judío han estado debatiendo durante cuatro días en Madrid los principales asuntos que conciernen y preocupan a ambas confesiones.XXII Encuentro Católico-Judío  - Madrid
Las conclusiones se han recogido en una declaración conjunta:

Herencia Común
Judíos y cristianos compartimos la herencia bíblica que explica la relación entre Dios y los hombres. Basándonos en esta historia sagrada, judíos y católicos nos reunimos para debatir las oportunidades y dificultades a las que se enfrentan las creencias religiosas en el mundo de hoy.

Casi hace 50 años el Concilio Vaticano II promulgó la Declaración Nostra Aetate, encaminando a la Iglesia Católica hacia una nueva senda en su relación con el pueblo judío. Uno de los frutos más importantes fue el establecimiento del International Liaison Committee (ILC) como el instrumento formal para vehicular las relaciones entre la Santa Sede y la comunidad judía internacional. La discusión abierta en un espíritu de mutua confianza y respeto ha caracterizado nuestro encuentro en Madrid y abunda en el progreso conseguido en enseñar e implementar los principios y enseñanzas de la Declaración conciliar. En este vigésimo segundo encuentro nos reafirmamos en la singular relación entre católicos y judíos basada en un legado espiritual común y en una responsabilidad compartida en la defensa de la dignidad humana.

Como católicos y judíos abogamos por un mundo en el que los derechos humanos sean reconocidos y respetados y todos los pueblos puedan florecer en paz y libertad. Estamos comprometidos a fortalecer nuestra colaboración para lograr una más equitativa distribución de las riquezas y los beneficios derivados de los avances de la ciencia, medicina, educación y desarrollo económico. Nuestra unión busca una mejora del mundo de forma que refleje la visión bíblica original: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y todo era bueno” (Génesis. 1:31)

Se han discutido y examinado en pequeños grupos el aumento del antisemitismo, el incremento de la persecución de los cristianos en varias partes del mundo y la amenaza a la libertad religiosa en muchas sociedades. A la luz de nuestros ideales religiosos compartidos hemos examinado las dificultades a las que nuestras tradiciones religiosas se enfrentan hoy en día: violencia, terrorismo, extremismo, discriminación y pobreza. Nos entristece profundamente que se tome el nombre de Dios en vano.

Libertad Religiosa
Animados por la preocupación expresada por el Papa Francisco acerca del bienestar universal de todos, especialmente de los pobres y oprimidos, compartimos la creencia de que cada individuo ha sido dotado por Dios de dignidad. Esto requiere que cada persona pueda expresar su libertad de conciencia y religión de manera individual e institucional, privada y pública. Deploramos la manipulación política de la religión. Judíos y Católicos condenamos la persecución por motivos religiosos.
Hacemos un llamamiento a los líderes políticos y religiosos y a las instituciones para que aseguren la integridad física y la protección legal de todos aquellos que ejerciten su derecho fundamental a la libertad religiosa, que protejan el derecho de los individuos a cambiar o abandonar sus creencias religiosas, a educar a sus hijos de acuerdo a sus creencias, incluyendo el sacrificio ritual de animales, la circuncisión y poder mostrar símbolos religiosos en lugares públicos.

Persecución de los cristianos
ILC recomienda a la Comisión del Vaticano para las Relaciones Religiosas con los Judíos y el IJCIC trabajar juntos contra la persecución de las minoría cristianas allí donde se lleven a cabo, de alertar sobre estos problemas y apoyar los esfuerzos que garanticen que todo ciudadano tenga plenos derechos independientemente de su identidad étnica o religiosa, en Oriente Medio y en cualquier otra parte. Especialmente respecto a la minoría cristiana y a la comunidad judía en Oriente Medio.

El aumento del Antisemitismo
Como el Papa Francisco ha dicho repetidamente, “un cristiano no puede ser antisemita”. Exhortamos a todos los líderes religiosos a que se opongan firmemente a este pecado. La celebración del 50 aniversario de Nostra Aetate en 2015 supondrá un momento privilegiado para reafirmarnos en la condena del antisemitismo. Urgimos a que las enseñanzas antisemitas desaparezcan de libros de texto y discursos en todo el mundo. De igual manera cualquier expresión anti cristiana es igualmente inaceptable.

Educación
Recomendamos que todos los seminarios judíos y católicos incluyan programas educativos sobre la Nostra Aetate y los documentos posteriores de la Santa Sede que implementan esta Declaración. Las nuevas generaciones de líderes católicos y judíos reconocemos lo mucho que Nostra Aetate ha contribuido a cambiar y mejorar las relaciones entre judíos y católicos. Es imperativo que las nuevas generaciones abracen estas enseñanzas y aseguren que lleguen a todos los rincones de la Tierra.
Frente a estos desafíos, judíos y católicos renovamos nuestro compromiso para educar a nuestras respectivas comunidades en el conocimiento y respeto del otro. Acordamos cooperar para mejorar las vidas de los que viven en los márgenes de la sociedad: los pobres, los enfermos, los refugiados, las víctimas del tráfico humano y proteger la creación de Dios de los peligros del cambio climático. No podemos hacer esto solos. Hacemos un llamamiento a todos aquellos en posiciones de autoridad e influencia para que se nos unan en la causa del bien común, de forma que todos podamos vivir en dignidad y seguridad, y la justicia y la paz prevalezcan.

Copyright



DISCURSO DE D. ISAAC QUERUB,

 Presidente de la Federación de Comunidades Judías de España en el acto inaugural de la 22 Reunión del Comité de Enlace Judeo-Católico (ILC)
Cardinal Koch, President of the Holy See´s Commission,
Mrs Betty Ehrenberg, Chair of the International Jewish Committee for Interreligious Consultations,
Eminencia Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal de España,
Rabbi Moshe Bendahan, Presidente del Consejo Rabínico de España,
D. Angel Llorente, Director General de Cooperación Jurídica Internacional y Cooperación con las Confesiones,
Dña. Ana Botella, Alcaldesa de Madrid,

Embajadores, Autoridades Religiosas, Directores, Señoras, Señores,
“En nuestro tiempo” -en expresión latina Nostra Aetate- fue el más breve de los documentos del Concilio Vaticano II. Muy esperado por los representantes de las distintas religiones, la Declaración Nostra Aetate no pretendió recoger todas las dimensiones de la visión católica sobre las religiones no cristianas ni sobre el judaísmo; su intención fue más bien subrayar algunos aspectos comunes que invitaban a la mutua colaboración.

El texto de la Nostra Aetate es actual, a pesar de que nos acercamos poco a poco a su cincuenta aniversario. El tiempo transcurrido desde que fuera aprobada por los padres conciliares en 1965 no lo ha envejecido. Es una concisa y honda declaración del rico patrimonio espiritual que constituye las raíces comunes entre el judaísmo y el cristianismo, imbuida de la afirmación fundamental de la Biblia sobre la naturaleza del hombre, que manifiesta que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Idea que implica no sólo el concepto de igualdad de los hombres como criaturas de Dios, y su corolario del rechazo a la discriminación entre los hombres y entre los pueblos (como es toda forma de antisemitismo), sino la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad. Sobre la semejanza en su creación con Dios, al hombre le correspondería adquirir y practicar las principales cualidades que caracterizan a Dios: justicia y amor (rajamim). Es en este punto en el que radica la esencia compartida de ambas religiones, que confluyen en la conclusión de la existencia de un Dios padre de la creación y la sacralidad de la vida humana

Este núcleo común cimienta el solidísimo vínculo entre judaísmo y cristianismo, al que la Declaración Nostra Aetate se refirió como “un vínculo por el que el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la estirpe de Abraham”. Evidenciando al mismo tiempo que la profunda fractura entre ambas religiones a lo largo de la historia, hasta el punto de llegar a una mutua incomprensión, ha estado caracterizada muy a menudo por una ignorancia mutua, y por ello, imponiendo el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua

Finalmente, Nostra Aetate repudia oficialmente el error histórico del llamado deicidio: Nunca más se acusara a los judíos de la muerte de Cristo.

Este espíritu de comprensión recíproca y renovada estima lo hacemos nuestro las Comunidades Judías de España. Lo hemos hecho siempre que hemos podido. Quiero recordar aquí, por su cercanía en el tiempo, nuestro respaldo activo a las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Israel y la Jornada Mundial de la Juventud, que implicó la presencia en España de Su Santidad Benedicto XVI en 2011. También nuestra frecuente colaboración en iniciativas más cotidianas -junto con el Centro de Estudios Judeo-Cristianos- como la participación en actos de culto en diversas Parroquias, o en actos académicos impulsados por Universidades Católicas –como la de Ávila, o la de Murcia-, por citar sólo algunos ejemplos. 

Pero además, los judíos –desde Jerusalén a Madrid pasando por Nueva York- nos revelamos ante la persecución de las minorías cristianas en Pakistán, Egipto, Irak, Nigeria o Sudán. En respuesta al silencio del mundo ante ese oprobio son muchos los judíos del mundo entero que han alzado su voz –y hoy lo hago yo también aquí- en defensa de los derechos de esas minorías cristianas. Porque los judíos sabemos muy bien que el pecado del silencio es un delito de omisión ante los actos de opresión o asesinato. Y no queremos ser indiferentes ante el sufrimiento de los cristianos ni de nadie.

Sabemos muy bien que la Iglesia ha tenido también gestos de proximidad al mundo judío. No me corresponde a mí mencionar los hitos pasados de esa relación judeo-cristiana. Pero sí quiero destacar la creación en 1972, por el entonces Arzobispo de Madrid Monseñor Tarancón, del Centro de Estudios Judeo–Cristiano. Y los signos –enormemente representativos- de Sus Santidades Juan Pablo II y Benedicto XVI, con sus declaraciones, y visitas a las Sinagogas de Roma, Colonia y Nueva York o sus viajes al Estado de Israel y oraciones en el Muro occidental de Jerusalén o Yad Vashem. 

Son signos que se han producido en un pasado reciente, y que apuntan hacia esa idea de una mejor comprensión recíproca y una renovada estima mutua. Signos que hago votos para que continúen en el futuro con mayor ímpetu, gracias al nuevo impulso del Papa Francisco.

Eminencia, Señoras, Señores,
Judaísmo y cristianismo, con plena conciencia de los vínculos que las unen, quieren ser reconocidas y respetadas por su propia identidad, fuera de todo sincretismo y de toda apropiación equívoca. No estoy, por lo tanto, hablando de negar nuestra esencia, ni siquiera de caer en la imprecisión, mucho menos en la mediocridad en materia doctrinal, que causarían grave daño al diálogo judeo-cristiano.
Estoy hablando de sumar, a través de la concreción de nuestra voluntad, dirigida al aprecio mutuo y enterrar definitivamente la enseñanza del desprecio.
Nuestros retos son comunes. Nuestras convicciones son comunes. ¿Por qué nuestra acción no debería serlo? Hagamos que nuestras acciones sean comunes. Esto es, trabajemos juntos.

Trabajemos juntos destacando nuestro patrimonio espiritual común.
Eminencia, nuestra Sinagoga está abierta. Nada nos satisfaría más que vuestra presencia en nuestro lugar sagrado de oración, donde se guarda la Torá, que es sagrada escritura para judíos y cristianos. Nuestro templo se abre a su presencia, a su oración, y a sus palabras, para dirigirse a judíos y cristianos desde ese púlpito. No reivindicamos la contabilidad de los errores del Tribunal de la Santa Inquisición ni tan siquiera aquellos de la Expulsión sino – parafraseando a SM el Rey Juan Carlos- proyectar y analizar el pasado en función de nuestro futuro.

Trabajemos juntos en cuestiones de patrimonio material, tan emblemáticas, tan visuales, tan permanentes. Cuestiones que representaron en el pasado la intransigencia , el rechazo, el expolio, y que de la misma manera deben representar hoy, el encuentro -o mejor- el reencuentro. En este sentido, es especialmente emblemático, y responde al simbolismo que mencionaba, el edificio de la Sinagoga conocida como Santa María la Blanca, que fue construido por la iniciativa y con los medios de la aljama judía de Toledo y que, después de dos siglos de culto judío, fue incautado por la Iglesia Católica, tras las persecuciones y asesinatos de judíos en 1391. No obstante, nunca llegó a ser Parroquia. Se encuentra desacralizada desde 1791, y desde entonces su titularidad ha experimentado diversas vicisitudes jurídicas. El uso que se da actualmente al monumento es insuficiente para la riqueza que alberga y no se conocen proyectos de futuro. ¿Qué mayor acto de generosidad y reconciliación que la devolución de la Sinagoga Mayor de Toledo al Pueblo judío y en particular a la Comunidad judia de España como símbolo del reencuentro entre Cristianos y Judíos?

Trabajemos juntos en materia educativa. La importancia de una enseñanza precisa, objetiva y rigurosamente exacta acerca del judaísmo se deduce también del peligro de un antisemitismo siempre a punto de reaparecer bajo rostros diferentes. El siglo XX fue testigo de una tragedia indecible que no puede ser jamás olvidada: la tentativa del régimen nazi de exterminar al pueblo judío. Esto fue la Shoá. Un hecho que nos atañe todavía hoy y que nos exige, como se señala en el documento “Nosotros recordamos”, de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, “una reflexión sobre el imperativo moral para hacer todo lo posible para que el egoísmo y el odio nunca más puedan crecer hasta el punto de diseminar sufrimientos y muerte”.    
  
Sobre estas convicciones, las Comunidades Judías de España se comprometen a la misión de promover el conocimiento y el respeto mutuo, incluido el diálogo judeo-cristiano. Pero solos no podemos hacerlo. Es necesario pues, impulsar un diálogo que parta del deseo mutuo de conocer más a fondo las riquezas de la propia tradición, y que tenga como condición el respeto al interlocutor tal como es y, sobre todo, el respeto a su fe, a su identidad y a sus convicciones religiosas. En España, la Iglesia debería ayudarnos a erradicar los prejuicios antijudíos del pasado desmintiendo falacias o falsos mitos. 

Juan Pablo II visitó la sinagoga romana en 1986, convirtiéndose en el primer Papa -después de San Pedro- que lo hacía. Y Benedicto XVI, al día siguiente de ser elegido Papa, manifestó el interés por el diálogo y la colaboración “con los hijos y las hijas del pueblo judío”, dando con ello continuidad a una línea de pensamiento en perfecta sintonía con su predecesor. La presencia de Benedicto XVI en las sinagogas Colonia (2005), Nueva York (2008), y Roma (2010), confirmaría su primera declaración. 

Y es ahora el Papa Francisco quien sigue la estela dejada en materia de relaciones judeo-cristianas por sus predecesores. De manera elocuente el Papa Francisco ha exteriorizado su cercanía y amor al pueblo judío, por escrito –incluso antes de ser nombrado Papa- y de palabra. Son muchas sus manifestaciones sobre el diálogo judeo-cristiano, pero he querido recordar la que dirigió al Comité Judío Interreligioso, copatrocinador de este encuentro junto con la Comisión Pontificia, cuando fue recibido en audiencia por Su Santidad Francisco el pasado mes de junio:
A lo largo de mi ministerio como arzobispo de Buenos Aires he tenido la alegría de mantener relaciones de sincera amistad con algunos exponentes del mundo judío. A menudo hemos conversado acerca de nuestra respectiva identidad religiosa, la imagen del hombre contenida en las Escrituras, las modalidades para mantener vivo el sentido de Dios en un mundo en muchos aspectos secularizado. Me he confrontado con ellos en varias ocasiones sobre los desafíos comunes que aguardan a judíos y cristianos. Pero sobre todo, como amigos, hemos saboreado el uno la presencia del otro, nos hemos enriquecido recíprocamente en el encuentro y en el diálogo, con una actitud de acogida mutua, y ello nos ha ayudado a crecer como hombres y como creyentes”.

Estas palabras del Papa Francisco recogen el mismo espíritu de las que dirigió Juan Pablo II al Rabino Jefe de Roma con motivo de su visita a la Sinagoga, recordando el Salmo que compuso el Rey David: Hinné má tov umá naím / shévet ajim gam yajad! (¡ qué dulzura y qué delicia es ver convivir a los hermanos unidos!).   
                           
Muchas gracias.


INVITACIÓN AL PAPA A VISITAR LA SINAGOGA DE ROMA


"Papa Francisco invitado a visitar la Sinagoga de Roma" (Diálogo Interreligioso)

Podría ser el tercer Papa en dos mil años en pisar la Sinagoga de Roma, tras los precedentes históricos de Juan Pablo II y Benedicto XVI Después de la invocación por la paz el 8 de junio en el Vaticano, ahora el Papa Francisco ha recibido la invitación del rabino jefe de Roma a visitar la sinagoga de la Ciudad eterna. 

La carta fue entregada al Pontífice este domingo rememorando la visita histórica que hizo Juan Pablo II hace 28 años al ‘Templo Mayor’. El Papa Francisco ha recibido la invitación directamente de las manos del presidente de la comunidad judía de Roma, Ricardo Pacifici, junto a una numerosa delegación. 

“La historia de las relaciones entre cristianos y judíos ha sido marcada positivamente por el histórico evento de la visita del Papa Juan Pablo II a la sinagoga de Roma”; con estas palabras inicia la carta dirigida al Papa, sin fecha, y firmada también por la máxima autoridad de la comunidad, el rabino jefe, Ricardo Di Segni. 

El Papa Francisco ha saludado a los representantes de la comunidad judía en la puerta de la basílica de Santa María en el barrio romano de Trastevere, antes del encuentro con la Comunidad de San Egidio. 

Según la página web de la comunidad judía en la Ciudad eterna, el Papa ha manifestado su disponibilidad de aceptar la invitación, aunque por el momento no hay una fecha o ratificación oficial por parte del Vaticano. 

Es probable que la invitación sea un reconocimiento al Papa por su compromiso en mejorar las relaciones con la comunidad judía a nivel Internacional. En este caso, es un honor que se hace a pocos líderes políticos o espirituales. 

La sinagoga de Roma fue visitada en 1986 por Juan Pablo II y en 2009 por el Papa Benedicto XVI, quien además recordó, en esa ocasión, a las victimas de la persecución antisemita recorriendo el Museo Judaico aledaño al templo. 

La Comunidad judía ha manifestado que la invitacióna Francisco es un gesto para alimentar la “amistad” y la “colaboración”. “Nuestro deseo es que no se trate sólo de un evento repetitivo y conmemorativo, a pesar de que repetición y memoria son para nosotros importantes, sino que sea una ocasión para reflexionar sobre nuestras responsabilidades comunes como comunidad de fe, dado que desde hace 2000 años convivimos en la misma ciudad y para dejar un mensaje de amistad y colaboración constructiva”, confirma la misiva de la comunidad judía romana dirigida al Papa Francisco. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario