Seminario "No a la
violencia en nombre de Dios", del Instituto de Estudios sobre Religiones y
Mundo Actual
Posted: 27 Feb 2015 03:47 AM PST
Ayer 26 febrero tuvo
lugar en la Universidad La Salle de Madrid el Seminario "No en nombre
de Dios" que contó con Mario Stofenmacher de Bet-El como
representante de la Federación de Comunidades Judías de España.
Retranscribimos a continuación la nota de prensa y manifiesto resultados del seminario.
Retranscribimos a continuación la nota de prensa y manifiesto resultados del seminario.
Las
religiones rechazan todo fundamentalismo
y
testimonian que es posible un mundo de paz y justicia
“Hemos venido a
denunciar toda violación de los derechos y libertades inalienables de cualquier
ser humano. Hemos venido a rechazar toda instrumentalización de la religión, y
del nombre de Dios, para violentar a cualquier persona. Estamos seguros de que
en nombre de Dios no se puede violentar nunca a nadie, no se puede justificar
ninguna violencia o injusticia. Para nosotros, en nombre de Dios no se puede.
Pero tampoco se puede hacer en nombre de una persona, de un poder, de una
cultura, de una ideología”.
Estas palabras forman
parte de manifiesto de las religiones por la paz que se ha proclamado en la
clausura del IX Seminario del IERMA (Instituto de Estudios sobre Religiones y
Mundo Actual), de la Universidad de La Salle, celebrado en Madrid el pasado
jueves, 26 de febrero.
Además de mostrar su
rechazo a la violencia y a todo fundamentalismo, las religiones han
testimoniado con su trabajo y sus proyectos que otro mundo sin violencia es
posible en condiciones de paz y justicia.
El colegio de los
Hermanos de La Salle en Jaffa, en Israel, y la Universidad de Belén, en
Palestina, también de La Salle, han compartido su experiencia mostrando que es
posible convivir en paz con diversidad de credos, incluso en contextos
complicados. Ambas realidades educativas se han presentado en el Seminario del
IERMA como oasis de paz para alumnos, familias y profesores siendo estos de
diferentes religiones.
En la intervención
inaugural del Seminario se han abordado también los recientes acontecimientos
de París, de Copenhague, de los 21 cristianos coptos condenando expresamente
estos actos fanáticos y denunciando que estas situaciones, cuya lista es
lamentablemente larga, son demasiadas y deben cesar lo antes posible.
El director del IERMA, Carlos
Esteban Garcés, ha reivindicado la dignidad de toda persona como referencia
inalienable para todas las culturas, los pueblos, las ideologías, pero también
para todas las religiones. Solo desde esta dignidad humana se puede comprender
a fondo el sentido y los límites de la libertad, también de la libertad de
expresión.
El profesor Esteban
Garcés ha explicado en qué medida Je suis Charlie, nosotros lo somos
porque ningún acto violento tiene justificación y las víctimas merecen nuestra
sincera solidaridad. Pero también ha indicado en qué medida Je ne suis pas
Charlie, no lo somos porque comprender bien la libertad, la de expresión
como todas las otras, solo puede hacerse en referencia a la dignidad humana de
la que emana, y estando así referida a la dignidad, no puede absolutizarse
hasta violentar a las personas.
Además de los proyectos educativos
de los Hermanos de La Salle, han compartido su perspectiva diversos
representantes de algunas tradiciones religiosas. Luis Morente, asesor
de la Federación de Comunidades Budistas de España, ha
explicado que desde el punto de vista budista, el ejercicio de la violencia en
nombre de Dios es un contrasentido que debería suponer el replanteamiento de la
propia religión que la origina. Ninguna idea, ha añadido, capaz de producir
muerte o sufrimiento puede ser llamada religión.
Mario Stofenmacher, Rabino de la
Comunidad Judía Masorti BET-EL, en representación de la Federación de
Comunidades Judías de España, ha comentado que vivimos en una época en la
que hemos conquistado la sanidad, la seguridad, el bienestar, etc, pero estas
maravillas construidas durante generaciones desaparecen y se diluyen cuando la
violencia se hace presente. No podemos construir desde la violencia, ha
denunciado, invitando a trabajar, perseguir y cuidar los pilares sobre los que
se sustenta el mundo, la creación de D’s: la justicia, la bondad y la
paz.El mundo ha sido creado para nosotros. Somos por tanto nosotros los
responsables de esta tarea
Sami El Mushtawi director del
Departamento Cultural del Centro Cultural Islámico de Madrid, ha proclamado que el islam rechaza
la violencia en todas sus formas y aboga por la paz. Ha denunciado que no
existe un estado islámico propio de la religión musulmana, porque creen en el
Estado civil. El vocablo SALAM, paz, -ha explicado- es constantemente reiterado
en El Corán, la paz es uno de los nombres de Dios. Dios invita a la morada de
la paz e informa que la Paz predominará entre los moradores del Paraíso
(10:10). Estoy seguro, ha añadido, que en todas las culturas y religiones hay
gente capaz de tolerar, de comprender y de dialogar con los demás, espero que
se unan para hacer un mundo mejor.
Ana Calvo Tello, en representación de la
Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, ha indicado que los evangélicos y protestantes
creemos que Dios es amor y esto nos debe impulsar a respetar a los que son
diferentes a nosotros, a reconocer la dignidad del prójimo y su derecho a vivir
con nosotros. El mensaje de Jesucristo nos insta a renunciar a la violencia y a
trabajar a favor de la reconciliación y resolución pacífica de los conflictos.
Debemos comprometernos también a denunciar a los que se amparan en la religión
para ejercer la violencia, no son nuestros ni representan nuestra creencia,
denunció. Concluyó citando un discurso de Martin Luther King en 1964, en la
Universidad de Oslo cuando fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz: “Tarde
o temprano todos los pueblos del mundo tendrán que hallar una manera de vivir
en paz y con ello transformar este lamento universal en un creativo Salmo de
hermandad (…). Me
niego a aceptar la desesperanza como la respuesta final a las ambigüedades de
la historia (…). Creo también que un día,
toda la humanidad se inclinará ante el poder de Dios”.
El Seminario ha
concluido con la proclamación de un manifiesto que expresa el sentir compartido
de todas las tradiciones religiosas presentes en el acto, también algunas que
estuvieron presentes y no intervinieron explícitamente. El manifiesto se apoya
en el discurso de Martin Luther King, de 1963, Yo tengo un sueño.
Actualizado ahora como Nosotros tenemos un sueño de paz entre las religiones
y para todo el mundo.
Manifiesto de las
religiones por la paz
El discurso de Martin Luther King, pronunciado el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la libertad,
es un emblema de los valores universalmente deseados.
Está considerado como uno de los mejores discursos de la
historia, y tiene significativas referencias bíblicas.
Hoy queremos parafrasear aquel
discurso, nos apoyamos en Martin Luther King para prolongar su sueño y
ampliarlo.
Actualizamos aquel sueño que era “de esperanza para
millones de esclavos negros,
chamuscados por las llamas de una maldita injusticia”, y hoy
queremos que sea esperanza de paz y justicia para todos los hombres y
mujeres de nuestro planeta, de cualquier edad, y en cualquier rincón del
mundo.
Hace cien años, empezaba en 1963 Luther King, hace miles de
años, decimos nosotros hoy aquí, la humanidad empezó a soñar un cielo
nuevo y una tierra nueva, empezamos a soñar una utopía de paz para
todo el mundo, un proyecto de libertad, de justicia, de fraternidad para
toda la humanidad. Este sueño humano comenzó hace mucho tiempo
en algunas personas y pueblos de nuestro historia.
Pero, hoy, cien de años después, decía Luther King, cientos,
miles de años, decimos nosotros, aquella utopía del cielo y la tierra
nuevos para todos y todas todavía no se ha hecho realidad.
La injusticia y la violencia, la opresión y la tiranía, los
fanatismos y fundamentalismos, siguen lacerando a demasiadas personas. Se
violenta la dignidad humana desde las ideologías, desde los poderes, desde
algunos pueblos y culturas, pero también desde las religiones, también se
violenta en nombre de Dios.
Por eso, hoy hemos venido aquí, decía Luther King, a renovar nuestra
esperanza en la humanidad, nuestro sueño de paz y justicia, decimos
nosotros.
Hemos venido a denunciar toda violación de los derechos y libertades inalienables de
cualquier ser humano.
Hemos venido a rechazar toda instrumentalización de la religión, y del
nombre de Dios, para violentar a cualquier persona.
Estamos seguros de que en nombre de Dios no se puede violentar
nunca a nadie. No se puede justificar ninguna violencia o injusticia. Para
nosotros, en nombre de Dios no se puede. Pero tampoco se puede hacer
en nombre de una persona, de un poder, de una cultura, de una ideología.
Es obvio, pues, que hemos incumplido aquellos sueños utópicos de
los inicios de la humanidad.
Pero no estamos al final, sino al principio, decía Luther King.
Tenemos esperanza.
No habrá descanso ni tranquilidad, decía Luther
King, hasta que alcancemos esa utopía de la fraternidad humana, una
misma familia, con diversidad de colores, con toda la gama posible de
colores. No habrá descanso ni tranquilidad, actualizamos el sueño
de Luther King, hasta que sea posible una convivencia de todos los
pueblos, culturas y religiones del mundo entero, una convivencia pacífica y
justa.
Y si nos preguntaran, como se cuestionó el propio Luther
King, ¿cuándo estaréis satisfechos? Decimos, como él dijo,
nunca!
Nunca mientras haya personas y pueblos que no alcancen
plenamente todos sus derechos y libertades fundamentales. No
estaremos en paz mientras haya fanatismo en las religiones, en las
ideologías, en las culturas, en los pueblos.
No estaremos satisfechos mientras haya fundamentalismo
religioso o de cualquier otra forma. No estaremos satisfechos
mientras haya violencia, opresión, tiranía, injusticia, maltrato, tráfico de
personas, guerras, esclavitudes, etc, lamentablemente, etc.
Renovamos con Martin Luther King su discurso, “Hoy tengo un
sueño”, tenemos un sueño, un inmenso y apasionante sueño. Un sueño
profundamente arraigado en la humanidad y también en el Dios de todos
nosotros.
Sueño, decía él, soñamos, decimos nosotros, que un día la humanidad se levantará y
comprenderá el verdadero significado de que “todos los seres humanos somos
creados iguales”.
Sueño, decía él, soñamos, decimos nosotros,que llegará un día en que en nuestras
casas “los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de
los esclavos se podrán sentar juntos a la mesa de la hermandad”.
Sueño, decía él, soñamos, decimos nosotros, que nuestros pueblos “sofocados
por el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirán en un oasis de
libertad y justicia”.
Sueño, decía él, soñamos, decimos nosotros, que “nuestros hijos vivirán en un
mundo en el cual no serán juzgados por el color de su piel”, ni por su
religión, ni por su cultura, o su riqueza o pobreza, “sino por su sola
personalidad”.
“Hoy tengo un sueño”, decía Martin Luther King, hoy –decimos
nosotros– todas las religiones y también todos los pueblos, tengan o no
religión, tenemos un sueño.
Soñamos –palabras suyas–
“que algún día los valles serán cumbres,
y las colinas y montañas serán llanos,
los sitios más escarpados serán nivelados
y los torcidos serán enderezados,
y la gloria de Dios será revelada,
y se unirá todo el género humano”.
Esta es nuestra esperanza. Esta es nuestra fe–decía Martin Luther
King –.
“Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de la
humanidad entera, en una hermosa sinfonía de fraternidad.
Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos,
ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día
seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podremos cantar el himno
con un nuevo significado,"Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a ti
te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra
orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la
libertad".
Cuando llegue ese día en el que “todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos
y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las
palabras del viejo espiritual negro:
"¡Libres al fin! ¡Libres al fin!
Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"