3.-PERSONALIDADES DEL DIÁLOGO INTRA-RELIGIOSO
En todas las tradiciones existen personas que
transparentan la divinidad. No nos tiene que costar reconocer la santidad en
las otras confesiones (Por ejemplo: a
Jesús no le costó alabar al Centurión o a la mujer Sirio-fenicia).
El rey Ashoka, budista
indio, del siglo III a de C: “La fe de
los otros debe ser respetada por sí mismo. Honrándolos se afianza la propia fe
y al mismo tiempo se presta un servicio a la fe de los demás […] ya que si un
hombre exalta su fe y denigra la del otro, pensando así obrar con devoción y
glorificar su religión, en realidad le hace daño… El rey desea que los hombres de todas las
religiones conozcan la fe de los demás y adquieran así una doctrina sólida. El
objetivo de estas medidas es la promoción de la fe particular de cada uno, y la
glorificación del Dharma”.
Kabir
Se dice que
Hari vive al Sur,
Y que Alá
en el Oeste
Búscale en
tu corazón
Búscale en
todos los corazones
Allí está
su morada y su residencia.
Henri Le Saux,
Abhishiktananda
¿Quién fue Henri Le Saux, Abhishiktananda? Fue un monje francés que,
después de haber viajado a la India en 1948 en busca de una forma más radical
de la vida espiritual, adoptó la vida de sannyasa de acuerdo con la tradición de la India y se convirtió
en uno de los pioneros del diálogo entre hindúes y cristianos. Tuvo múltiples
contactos con los santos prominentes tales como Sri Ramana Maharshi, Sri Gnanananda Giri y Sri HWL Poonja que le llevaron a una profunda experiencia de la verdad advaita.
Su vocación benedictina
(1910-1948) Desde
su infancia siente una vocación monástica: "Lo que me ha llamado desde
el principio y lo que aún me llama, es la esperanza de encontrar allí la
presencia de Dios de manera más inmediata que en cualquier otro sitio..." A
la edad de 19 es admitido como postulante al monasterio benedictino en
Sainte-Anne-de-Kergonan donde pasó diecinueve años.
La
llamada a la India se inserta en su vocación a una vida contemplativa más
radical: “Más allá, siempre más allá”.
Escribe al Obispo de Tiruchirappalli, pidiendo su ayuda, y le responde el sacerdote francés,
Jules Monchanin con un proyecto para establecer una comunidad monástica (ashrám)
inculturada en las formas hindúes.
La
vida de sannyasa (1948-1968) En 1948 visita el ashram de uno de los más grandes
sabios de la India moderna, Sri Ramana Maharshi, al pie del Arunachala: "Considero esta estancia en
Tiruvannamalai como un refugio real y al mismo tiempo como una iniciación a la
vida monástica hindú”. Fue su introducción
en la sabiduría de advaita.
En
1950 establece el Saccidananda Ashram con el objetivo de permitir a los monjes
de diferentes tradiciones vivir juntos en la contemplación, compartiendo la
"comunicación silenciosa, en la búsqueda del único". De
acuerdo con la tradición de la India adopta un nuevo nombre y se convierte en Abhishiktananda
(Gozo de la unción).
Hace
varias visitas más a la montaña sagrada de Arunachala experimentando largas
estancias en las cuevas de la montaña, dedicando la mayor parte de su tiempo a
la contemplación. En 1955 conoce al sabio contemporáneo Swami Sri Gnanananda Giri: "No pude resistir hacer la
gran postración de nuestra tradición hindú, y al que creo que podría entregarme
por completo.... Ahora sé lo que significa en la India el término gurú.... ".
Volver
dentro,
hacia el lugar donde no hay nada,
y tener cuidado de que nada entra en acción.
Penetra hasta lo más profundo de sí mismo,
al lugar donde ya no se piensa existe,
y tener cuidado de que no surge ningún pensamiento allí.
hacia el lugar donde no hay nada,
y tener cuidado de que nada entra en acción.
Penetra hasta lo más profundo de sí mismo,
al lugar donde ya no se piensa existe,
y tener cuidado de que no surge ningún pensamiento allí.
Allí donde no
existe nada,
plenitud.
Allí donde no se ve nada,
la visión de ser.
Allí donde no aparece nada más,
la repentina aparición del Ser.
plenitud.
Allí donde no se ve nada,
la visión de ser.
Allí donde no aparece nada más,
la repentina aparición del Ser.
Años finales y el despertar
(1968-1973) Deja
el Asrhám y se instala en una pequeña kutiya en Gyansu, su
principal objetivo es llevar una vida contemplativa.
El
proceso de sentirse monje cristiano e hindú será en él una tensión permanente. “Siento en mí un océano de angustia por
cualquier lado al que mire”. “No puedo ser a la vez hindú y cristiano,
pero tampoco puedo ser simplemente hindú o simplemente cristiano”. “Creo que lo mejor es mantener, aún en esta
tensión extrema, estas dos formas de una única fe hasta que aparezca la aurora”.
Poco a poco se va abriendo un espacio
interior en él, “la cueva del corazón” que dice los Upanishads, donde mora el
espíritu y donde va logrando situar a Cristo en un marco interreligioso.
Durante
este periodo participa en una serie de encuentros interreligioso, conferencias
y sesiones de estudio, incluyendo la participación en el Seminario de toda la
India en Bangalore (15 de mayo-20 de junio de 1969).
Uno
de los principales acontecimientos de sus últimos años fue el encuentro con un
joven francés que más tarde se convierte en su discípulo, Marc Chaduc: "He
encontrado en él (Chaduc) un discípulo verdaderamente total. Con él y dos
jóvenes hindúes experimento, desde el otro extremo, lo que es el
gurú. Realmente es el chela (discípulo) que hace al gurú, y creo que he
vivido con el fin de comprender esta relación "más allá de las palabras.... ".
El
14 de julio 1973, Abhishiktananda fue golpeado por un ataque al corazón que él
mismo describió como un "despertar espiritual". Los siguientes meses
de su vida los pasó en un estado de felicidad y realización.
"...Todo lo que Swamiji
escribió lo había vivido en él, se dio
cuenta en sí mismo. Esta es la belleza de su obra escrita, que era el
fruto de su silencio".
Thomas Merton: “Yo hablo como un monje
occidental que está preeminentemente preocupado por su propia vocación y
dedicación monástica... Yo vengo como peregrino, ansioso por obtener no sólo
información, y no sólo “hechos” sobre otras tradiciones monásticas, sino para
beber, de fuentes antiguas, de la visión y de la experiencia monástica. Yo
busco no solamente aprender más (cuantitativamente) sobre religión y sobre la
vida monástica, sino que (busco) hacerme (cualitativamente) un monje mejor y
más esclarecido... Yo creo que hemos llegado a un punto de madurez religiosa
(hace mucho esperado) en que es posible para alguien permanecer perfectamente
fiel a un compromiso monástico cristiano y occidental y aprender en profundidad
de, digamos, una disciplina o experiencia budista o hindu. Yo creo que algunos
de nosotros necesitamos hacer eso para mejorar la calidad de nuestra propia
vida monástica...”.
Pierre de Béthune: “Creo que esta es la experiencia del diálogo intrareligioso: desnudarse,
sumergirse en el Río sagrado del hinduismo, rezar ante la Fuente de donde manan
todas las gracias espirituales. No me cansé de mirar con simpatía, de admirar y
de tratar de comprender, cuando acepté, en nombre de mi fe, acoger
totalmente al otro, estar sumergido en otra tradición espiritual. Entonces,
penetrado por su fascinación, ocurrió algo nuevo: Viví una conversión, no un
paso de una religión a otra, sino una nueva comprensión de mi propia tradición
religiosa”.
El poeta místico musulmán Yalal ad-Din Muhammad Rumí:
¿Qué
puedo hacer, oh musulmanes?, pues no me reconozco a mí mismo.
No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni de Rizwán.
Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana”.
No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni de Rizwán.
Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana”.
Hugo M. Enomiya-Lasslle, el jesuita
zen.
Christian de Chergé y la comunidad trapense de Tibhirine, icono de la
reconciliación
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