martes, 13 de enero de 2015

El Papa en Sri Lanka

Budistas, hindúes y musulmanes agradecen su mensaje de reconciliación en Sri Lanka

En un emotivo encuentro con los líderes de las cinco grandes religiones de Sri Lanka, que son en definitiva las del mundo, el Papa Francisco afirmó rotundamente que “las creencias religiosas no pueden ser manipuladas para apoyar la guerra”, y pidió que todas las religiones “denuncien los actos de violencia cuando se cometan”. El Santo Padre leyó su discurso en inglés, el idioma previsto en todos sus actos en Sri Lanka y Filipinas.
El Papa repitió en Sri Lanka el llamamiento urgente presentado a los líderes musulmanes de Turquía el pasado 28 de noviembre en Ankara: las religiones deben denunciar el fundamentalismo y promover la paz. Desde entonces se han sumado a esa línea explícita instituciones muy importantes como la Universidad Al-Azhar de El Cairo, y líderes religiosos en muchos lugares, especialmente a raíz de los atentados de Pakistán y Paris.
En Colombo, el Papa habló a líderes budistas, que es la religión del 70 por ciento del país, hindúes, con un 13 por ciento de seguidores, musulmanes, con un 10 por ciento, y cristianos que suponen sólo un 7 por ciento pero representan un elemento de unidad nacional ya que sus miembros son tanto cingaleses como tamiles, las dos etnias enfrentadas durante 25 años en una guerra civil de extraordinaria crueldad con millares de atentados, numerosos crímenes de guerra, y un balance de más de cien mil muertos hasta la derrota de los “Tigres Tamiles” en el 2009.
En el centro de congresos Bandaranaike, el Papa invitó a poner “la reconciliación entre todas las personas de Sri Lanka en el centro de todos los esfuerzos para renovar la sociedad y las instituciones”. Su gran esperanza es “que la cooperación interreligiosa y ecuménica demuestre que las personas no tienen que renunciar a su identidad étnica o religiosa para vivir en armonía”. Se trata de estar seguros de la identidad propia, sin complejos de superioridad ni de inferioridad, y de respetar lealmente la de los demás. Según Francisco, “si somos honrados al presentar nuestras convicciones, podremos ver más claramente lo que tenemos en común”.
El Papa fue recibido en el centro de congresos por un grupo de danza tradicional de Sri Lanka, un país que está recibiendo su visita como la de un gran personaje santo. En la ceremonia de bienvenida, el nuevo presidente, Maithripala Sirisena, que es budista, celebró su llegada como “una oportunidad para recibir sus bendiciones al comienzo de mi mandato”, y le pidió “las bendiciones de Su Santidad para el pueblo de Sri Lanka, tanto en el país como en el extranjero. Solicitamos sus oraciones por la paz, el progreso y la prosperidad del país”.

Respeto recíproco

En ese mismo espíritu, el encuentro interreligioso se caracterizó por un gran respeto recíproco entre representantes de todas las grandes religiones mundiales y muchas otras menores como revelaba la gran variedad de vestimentas.
Lógicamente, predominaban las túnicas color azafrán de los monjes budistas, dos de los cuales intervinieron para entonar el canto rítmico inicial y para pronunciar un discurso. Hubo también la bendición de un líder religioso hindú, que impuso un chal de color dorado al Papa.
Su intervención fue seguida por la de un líder religioso musulmán, que condenó duramente los atentados de París y la matanza de niños en una escuela de Pakistán, desautorizando a quienes cometen esos crímenes en nombre del Islam.
A su vez, el obispo anglicano de Colombo dirigió una plegaria ecuménica, implorando la bendición divina sobre todos los presentes.
Al final, el Papa se despidió en el estrado a los demás líderes, y bajó a saludar también a los que estaban sentados en las primeras filas, en su mayoría budistas, algunos de los cuales le ofrecieron regalos.
El miércoles por la mañana, el Papa canonizará en Colombo al sacerdote indio de Goa Joseph Vaz (1651-1711). Por la tarde volara en helicóptero al santuario de Nuestra Señora de Madhu”, en territorio tamil, que estuvo en la línea del frente de guerra y acogió en sus terrenos decenas de miles de refugiados civiles de ambos bandos. El santuario mariano es un símbolo de paz, y lugar de plegaria para fieles de todas las religiones.

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