Algunas
sentencias de la hospitalidad sagrada en las distintas tradiciones:
-Taittiriya
Upanishad: “Mira a tu huésped como a Dios
mismo que viene a recibir tus atenciones” (1,11,2).
-Abraham en Manré: “Y alzó sus ojos y miró, y he
aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de
la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y
dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de
tu siervo. Haré que les traigan un poco de agua para que
ustedes se laven los pies, y luego podrán descansar bajo el árbol. Ya
que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para
que se sientan mejor antes de seguir su camino. Y ellos dijeron: Haz así como
has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a
Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz
panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las
vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio
prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y
el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con
ellos debajo del árbol, y comieron”.
“Por la fe y la hospitalidad le fue concedido un hijo a Abraham” (1 cor
10,7) No solo por la fe sino también por la hospitalidad.
-Un
relato del siglo IV: “El padre Apolo vino
a nuestro encuentro. Cuando nos vio se postró en tierra el primero. Después una
vez levantado, nos abrazó, nos hizo entrar, y tras rezar por nosotros y
lavarnos los pies con sus propias manos nos invitó a comer… Tenía la costumbre
de decir “Hay que honrar a los hermanos que vienen” En efecto, porque no es a
ellos sino a Dios a quien has reverenciado. Has visto a tu hermano, dice la
Escritura, has visto al Señor tu Dios.
-Salmo
de Tukarám: Oras a tu Dios
cuando
un hermano llama a tu puerta:
si
lo ignoras, tu oración es impiedad […]
¡Cierras
tu casa al huésped inesperado
y
ofreces comida ritual a tu Dios!
Si
distingues entre el huésped y tu Dios,
dice
Tuka,
tu
liturgia es un salivazo.
La
hospitalidad es el corazón del Evangelio.
-Nos propone
como modelo a un samaritano, un herético.
-Quebranta
la prohibición del contacto con los leprosos.
-Alaba
la fe del centurión romano y la mujer sirio-fenicia, dos paganos.
-Nos
propone amar a los enemigos.
-Cuando
envía a los apóstoles a anunciar el Reino les pide que se presenten despojados
y necesitados de acogida, que no lleven ni oro, ni plata… No lo hace por
ascesis sino para que tengan que pedir ayuda, depender de sus hospederos.
-Les
ordena ser buenos huéspedes, entrar en la casa y permanece en ella y comer y
beber lo que les den.
-Pedro
entrando en la casa de Cornelio dice: “Vosotros
sabéis que está prohibido a un judío juntarse o acercarse a un extranjero, sin
embargo Dios me ha hecho ver que a ningún hombre se le puede considerar profano
o impuro” Hcho 10,25-28.
-San
Pablo escribe: “Acogeos benignamente unos
a otros, como Cristo os acogió a vosotros para gloria de Dios” (Rom 15,7).
-Cuando
reconocemos a Dios en el que acogemos, descubrimos que nosotros mismos somos
acogidos por Dios.
-Los
cristianos estamos llamados a acoger a todos los hombres, como lo hizo Cristo,
y así podemos encontrar mejor a nuestro Señor. Somos fundamentalmente capaces
de recibir a Dios y que en definitiva, Él es el Huésped que nos recibe.
“Homo hosped”
Si
la hospitalidad es sagrada es porque todo hombre es sagrado. La equivalencia
entre hospitalidad y humanidad es trascendental y se fundamenta en el
reconocimiento de una común pertenencia a la familia humana.
El
día en que el extranjero, precisamente por serlo, se ve revestido de una
dignidad especial en lugar de ser condenado a la execración como en otras especies,
ese día se puede decir que se produjo un cambio en el mundo.
El
día en que el pagano es reconocido como un hermano y revestido por lo mismo de
la dignidad de un compañero de ruta hacia el absoluto, la religión dio un paso
importante.
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