viernes, 19 de agosto de 2016

CARACTERISTICAS DEL DIÁLOGO INTRA-RELIGIOSO


Es favorecido por la profundidad y autenticidad de los interlocutores.
         Es imprescindible buscar auténticos interlocutores de las otras tradiciones para no perdernos; caer en errores, sectas o doctrinas poco seguras.
         Pero también tenemos que saber que “Cuanto más honda sea nuestra experiencia de Dios más lejos podemos llegar”. Una mayor profundidad nos ayuda a percibir la presencia de Dios en todos los lugares: “Dios es una esfera infinita cuyo centro está en todas las cosas y su circunferencia en ninguna”.
         En la medida en que profundizamos, en que nuestra búsqueda es más radical, es más sencillo el compartir experiencias con los auténticos buscadores de las otras tradiciones. Por el contrario, cuanto más superficial es nuestra práctica más sentimos el miedo y ponemos más barreras a la comunicación.
        
         ¿Quiénes son estos buscadores? Son los “mónacos”, aquellos que buscan unificarse con el Único. Existen en todas las tradiciones religiosas y  tienen muchas vivencias comunes por lo que podemos hablar de un “arquetipo” del ser humano. Se caracterizan por su compromiso radical en la búsqueda espiritual: “quemar los barcos para hundirnos en una arriesgada búsqueda de la verdad”. Su ideal es no apropiarse de nada para vivir libres y desposeídos en pos del Absoluto. Esa libertad les permite identificarse con todo aquello que tenga un genuino valor espiritual sea de la religión que sea y participar en un “dialogo de vida” compartiendo las riquezas espirituales tales como la oración, la contemplación, la fe o los caminos de la búsqueda de Dios y del Absoluto.

         En el cristianismo tenemos la figura del “monje”: Evagrio Póntico, uno de los grandes monjes del siglo IV, nos dice: “Monje es aquel que está separado de todos y unido a todos”. “Monje es aquel que se siente uno con todos por la costumbre de verse a sí mismo en cada uno”. Es sorprendente porque, a pesar de alejarse físicamente de la sociedad, o quizás gracias a ello, son especialmente sensibles a todos los problemas e interrogantes de los hombres y viven de forma extraordinaria la caridad y la acogida a todo tipo de personas. Por esto la Iglesia católica manifiesta que: “la experiencia monástica es un puente entre las religiones” y encargo a la familia benedictina liderar el intercambio de vida con las tradiciones monásticas de otras religiones, dando nacimiento al DIM.
         En el islam se manifiesta en el sufismo. El Sufi, que significa revestido de pobreza, se caracteriza por la sumisión y abandono totales en el absoluto de Dios.
         En el hinduismo, es el sannyasa, el renunciante.

         En el budismo, el bhikshu, el mendicante]

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